Capítulo decimosexto.
Giro la cabeza hacia la derecha…
Nada. A ver hacia la izquierda… No da resultado. Me doy la vuelta decidida y…
Tampoco. Estoy empezando a desesperarme. Llevo más de cuarenta y cinco minutos
dando vueltas sin sentido. Aquí no hay nada. Me estoy cansando. Me siento en el
congelado y gélido suelo, y espero. Espero a ver algo, una señal, algo que se
abalance de repente sobre mí… Un símbolo que me indique que no sólo estoy aquí
de adorno. Tengo muchísimo frío, me gustaría acabar con esto cuanto antes e
irme a casa. Tras unos cinco minutos de fría espera en el suelo, me parece ver
algo en el lejano horizonte. Así que me levanto de un salto y voy corriendo lo
más rápido que puedo hacia allí. Sigo viendo la misma silueta lejana, pero es
extraño… Por mucho que avanzo, ella parece estar igual de lejos. Pruebo a
correr aún más rápido, tan rápido que el viento sopla en mis oídos. Me gusta
esa sensación. Hace que parezca que vuelo, hace que desaparezca por completo la
impotencia que me invade. Me hace soñar con lo imposible. Porque yo soy capaz
de todo. Soy fuerte, más fuerte. Puedo lograr todo lo que me proponga, todo.
Sigo corriendo, pero la silueta
sigue estando tan lejos como antes. Estoy empezando a agotarme… Me tomaré un
descanso. Total, parece ser que la imagen no avanza. Sólo se queda lejos, para
fastidiarme. Por supuesto, porque es obra de Skeyndor. Todo lo es.