miércoles, 31 de julio de 2013

Capítulo decimonoveno.

¡Hola, décimos! Aquí os dejo el capítulo decimonoveno. Espero que os guste tanto como a mi me ha gustado escribir una vez más para vosotros.


Capítulo decimonoveno

 
No me parecía tan raro desmayarme después de que se convirtiese en algo cotidiano. Pero ésta vez no lo hice, aunque deseaba hacerlo con todas mis fuerzas. Necesitaba que el pitido dejase de retumbarme en los tímpanos, porque estaba confundida como nunca. Me dolía la cabeza a rabiar y veía borroso. Entonces pensé en que, aunque no pudiera oír, aún podía hablar. Entonces grité muy fuerte y el transportador frenó en seco. El hombre se levantó y se arrodilló hasta ponerse a mi altura. Ya no estaba tan enfadado como antes. De hecho, ya no parecía estar enfadado. En ese momento estaba mostrando una cara de él totalmente diferente a la anterior. Y eso me tranquilizaba. Él movió los labios y articuló unas cuatro palabras. El aliento le olía a alcohol. Yo me limité a decir que no con la cabeza y a señalarme el oído. Entonces se levantó y fue  a la mesa de controles. Volvió rápidamente con un papel y un bolígrafo, no sabía que aún existiesen de esos. Pero en el instituto e enseñaron a escribir a mano, así que no iba a tener ningún problema si lo que él pretendía era hablar conmigo a través de la escritura. No me equivocaba. Puso la hoja sobre el suelo y empezó a escribir. Yo no podía inclinar la cabeza para ver lo que escribía, así que me limité a observarle más atentamente, ya que no había tenido tiempo de detenerme a hacerlo. Tenía unos cuarenta años. Tenía el pelo blanco que, por lo que estudié en el instituto, cuando una persona tiene el pelo blanco antes de los cincuenta y tres años, es que tenía malos hábitos como beber o drogarse. Lo que explicaba su mal aliento y sus ojos, rojos e hinchados. Pero verdes y bonitos al mismo tiempo. Tenía la piel demasiado blanca, lo que indicaba que no solía salir al aire libre. A saber lo que le hacía hacer Karelle. Pero aun teniendo tantos indicadores de que era un alcohólico, su rostro tenía algo de atractivo. En cuanto al cuerpo, era bastante musculoso, como todos los guardaespaldas. Mediría unos 180 centímetros. Cuando terminó de escribir, me dio la hoja para que yo leyese lo que él había escrito. “¿No oyes por culpa del pitido de mi transportador? ¿Duele?” Seguidamente, me pasó el bolígrafo para que contestase: “Sí, ha sido por eso. Y, sí, duele muchísimo”. Se lo pasé y volvió a escribir: “Vamos a Skeyndor a arreglar esto. Y con esto me refiero también al guardaespaldas que te has cargado. No tienes ni idea de lo que es capaz de hacer Skeyndor cuando se enteren de que has matado al mayor guardaespaldas de Karelle”. Me dio la hoja  y, sin esperar a que contestase, se fue de nuevo a la sala de mando. Ya por lo menos sabía hacia dónde íbamos: a mi fin.

miércoles, 24 de julio de 2013

Capítulo decimoctavo.

¡Hola! Aquí os dejo el capítulo decimoctavo. He intentado hacer un poco más largo, porque supongo que así os gustará más. Bueno, si queréis darme alguna sugerencia-ya sea que los haga más largos aún o más cortos-os lo agradecería muchísimo. Bueno, aquí el capítulo. Espero que os guste. Adiooos.


Capítulo decimoctavo.

 De pequeña, cuando mis padres se fueron a vivir a Skeyndor, unos guardaespaldas les llevaron allí en unos pequeños transportadores que emitían un sonido agudo hacia todo aquel que se acercara sin permiso. El sonido penetraba de tal manera en los oídos que era incluso capaz de dejar sordo a alguien para los restos. El mismo sonido era el que estaba escuchando en ese preciso instante, mientras me agachaba con las manos en los oídos, apretando tan fuerte como mis músculos me lo permitían, al lado del cuerpo sin vida del guardaespaldas al que yo había matado “accidentalmente”. Me decidí a buscar de dónde provenía el sonido para así saber si había alguna manera de desactivarlo, porque me estaba haciendo daño de verdad y tenía miedo de quedarme sorda y que Skeyndor no quisiera repararme el sistema auditivo. Pronto lo supe, un transportador venía a más de doscientos kilómetros por hora hacia mí y el guardaespaldas. En cuanto llegó, un hombre equipado con el uniforme de guardaespaldas salió del coche y me miró. Me miró, e intente exagerar mi dolor por el sonido para darle pena; y dio resultado. Él acabó apagándolo a través del panel de estado del transportador. Entonces me aparté las manos de los oídos y lo único que conseguí oír fue un intenso pitido que, por supuesto, estaba causado por el sonido de hace tan sólo unos segundos. El hombre me volvió a mirar, y después miró el cuerpo del guardaespaldas, y se arrodilló ante él.  Le acarició deslizando su mano desde su pelo hasta la barriga, y después vi cómo una lágrima descendía rápidamente de sus ojos. Mi culpabilidad iba aumentando al compás del pitido de mis oídos. Seguidamente, se puso en pie y avanzó hacia mí hasta estar a menos de un palmo de mi cara. Empezó a hablar. Bueno, seguramente a gritar. Pero yo no oía nada. Sólo el pitido que ya me estaba dando dolor de cabeza. Veía cómo sus labios se movían, y su cara se ponía más roja a cada palabra que decía. Tan roja que amenazaba con explotar en cualquier momento. Estaba enfadado, muy enfadado.  Y triste. Creí que en cualquier momento iba a saltar sobre mí y me iba a hacer lo mismo que yo a su compañero. Pero no fue así. Simplemente, después de haberme dicho seguramente  todo tipo de gritos e insultos (la verdad es que me alegraba de no haber oído nada), me tomó por el brazo y me hizo entrar en el transportador. Me sentó en el suelo de la parte de atrás junto a una especie de barra de metal y me ató con cuerdas, empezando por los tobillos y terminando por el cuello, inmovilizándome por completo. Me dijo algo que, supongo, debió ser una especie de sugerencia como “yo que tú no me movería” o “como intentes soltarte te mato”. Se sentó frente a la mesa de controles y el transportador empezó a andar hacia quién-sabe-dónde. Y ahora que no tenía nada con lo que distraerme, sólo me quedó la opción de centrarme en el sonido que llevaba acompañándome desde ya hacía un rato y que no cesaba; más bien, parecía que aumentaba cada vez más. Me dolían los oídos y la cabeza. Sinceramente, pensaba que me iba a desmayar en cualquier momento.

miércoles, 17 de julio de 2013

Capítulo decimoséptimo.

Y aquí el capítulo decimoséptimo. Perdón por no haber publicado, he estado en un campamento, pero a partir de ahora intentaré publicar cada tres días. Espero que os guste. Seguidme en mi twitter, allí pondré el enlace y las notificaciones del blog más seguidamente: @tusojoshablan
Graciaaaaaaas.


Capítulo decimoséptimo.
¿Qué haces ahí parada? ¡Levántate! No puedes quedarte aquí quieta esperando a que unos leones te encuentren en cualquier momento y te.... No quiero ni pensarlo. ¡Búscales! Deja de perseguir esa silueta, porque sabes bien que lo ha puesto Skeyndor para distraerte. Así que continúa, para otro lado, pero continúa. Ya.
Me levanto más decidida que nunca. Empuño el cuchillo con más fuerza aún y comienzo a andar. Ando horas sin encontrar nada, hasta que algo me agarra por detrás inmovilizándome. Pone sus manos sobre mi cara, anulándome cualquier intento de ver, oír o pedir ayuda sobre lo que está pasando. Pero no son garras, como yo esperaba. Son manos, manos humanas. Entonces, por un impulso, me aferro al cuchillo y lo lanzo hacia atrás por encima de mi cabeza. Entonces, quien me agarraba cae al suelo, y yo con él por la cantidad de fuerza que estaba ejerciendo sobre mí. Me libero de sus brazos y me levanto. Pero no me doy la vuelta, porque tengo miedo. Tengo miedo a lo que pueda ver... Y a quién pueda ser. Pero no puedo quedarme aquí parada. Así que me doy la vuelta y lo que veo es demasiado para mí. Un hombre, de unos treinta años, muy musculoso y moreno, tirado en el suelo con mi cuchillo clavado en la cabeza. La roja sangre rompe con el paisaje y se funde con el blanco del hielo. Me acerco más y observo sus ojos. No es la primera vez que veo unos ojos sin vida, pero éstos no son como los demás. Éstos ojos me dicen que las intenciones que éste hombre tenía conmigo no eran buenas. Me transmiten todo el dolor por el que ha pasado, y todas las cosas que ha superado. Pero no es una buena persona. Aunque el color no está mal, mezcla perfectamente el verde con el marrón, no tiene unos ojos bonitos. Le bajo los párpados cuidadosamente. Una tarjeta cae del bolsillo de su pantalón:
Apellidos: Sephora Satín
Nombre: Hadell
Edad: 32
Ocupación: ayudante de Karelle. Guardaespaldas.
Ahora lo recuerdo. Es uno de los guardias que se había llevado al chico que era el hijo del secretario de Karelle, cuando éste la insultó por haber matado a su padre.
La culpabilidad me invade en cuestión de segundos. Aunque no se mereciese mi compasión, he acabado con la vida de una persona. ¿Y ahora? Ahora, ¿qué me hará Skeyndor?

miércoles, 26 de junio de 2013

Capítulo decimosexto.

Bueno, esta vez no tengo ninguna notificación para vosotros. Sólo que gracias a los que habéis llegado a leer hasta aquí. Sois el motivo por el que sigo haciendo esto. Gracias. Capítulo decimosexto: un poco más corto. (este verano intentaré publicar cada dos días).

Capítulo decimosexto.
Giro la cabeza hacia la derecha… Nada. A ver hacia la izquierda… No da resultado. Me doy la vuelta decidida y… Tampoco. Estoy empezando a desesperarme. Llevo más de cuarenta y cinco minutos dando vueltas sin sentido. Aquí no hay nada. Me estoy cansando. Me siento en el congelado y gélido suelo, y espero. Espero a ver algo, una señal, algo que se abalance de repente sobre mí… Un símbolo que me indique que no sólo estoy aquí de adorno. Tengo muchísimo frío, me gustaría acabar con esto cuanto antes e irme a casa. Tras unos cinco minutos de fría espera en el suelo, me parece ver algo en el lejano horizonte. Así que me levanto de un salto y voy corriendo lo más rápido que puedo hacia allí. Sigo viendo la misma silueta lejana, pero es extraño… Por mucho que avanzo, ella parece estar igual de lejos. Pruebo a correr aún más rápido, tan rápido que el viento sopla en mis oídos. Me gusta esa sensación. Hace que parezca que vuelo, hace que desaparezca por completo la impotencia que me invade. Me hace soñar con lo imposible. Porque yo soy capaz de todo. Soy fuerte, más fuerte. Puedo lograr todo lo que me proponga, todo.

Sigo corriendo, pero la silueta sigue estando tan lejos como antes. Estoy empezando a agotarme… Me tomaré un descanso. Total, parece ser que la imagen no avanza. Sólo se queda lejos, para fastidiarme. Por supuesto, porque es obra de Skeyndor. Todo lo es.

domingo, 9 de junio de 2013

Capítulo decimoquinto.

¡Hola! Aquí pongo el capítulo decimoquinto. Os notifico que haré una nueva pestaña llamada "pensamientos", para que también tengáis otras cosas que leer. En la misma pestaña pondré más detalles. En cuanto a los seguidores... ¡¡Ya sois nueve!! Estoy muy, muy contenta. Cada día somos más. También anuncio que ¡ya tenemos cuenta de twitter y de tuenti!
twitter: @ladecimaprueba
tuenti: Paloma Ladecima Prueba
Nada más, queridos décimos y décimas.


Capítulo decimoquinto.
Nos dan las armas junto con una enorme chaqueta negra y el cinturón tras esperar una enorme fila, y llegamos a la sala de entrenamiento. Me coloco, de nuevo, en posición de salida y cojo el papel azul cielo. En la tercera facción de las que hay dibujadas en el mismo, aparecen cinco leones. “Mátalos con el cuchillo de tu bolsillo. Suerte.” Pone bajo la imagen. Meto la mano en el bolsillo hasta alcanzar una especie de funda de plástico. En ella, hay un botón en el que pone: pulsar para desplegar. Aprieto mi dedo índice contra él y, de inmediato, aparece ante mí una especie de cuchillo tan largo como mi escuálido brazo pero a la vez tan fino como la hoja de papel que aún sostengo en la mano.

Doy unos cuantos pasos hacia delante hasta adentrarme en un lugar que no me encaja con lo que ponía en el papel… Me encuentro a unos cuantos grados bajo cero, congelándome y en un paisaje un tanto extraño: todo es hielo, pero no como en los polos sur y norte artificiales de Skeyndor (los naturales de hace unos trescientos años acabaron descongelándose por completo, según mi robot de Ciencias de la Historia Natural del instituto) en los que hay relieves en el paisaje, sino que aquí todo es liso, es como en las pistas de patinaje sobre hielo en las que solemos jugar en invierno. Es todo un mar de hielo que se alarga kilómetros y kilómetros a la redonda, pero está completamente desierto. No me cuadra que haya leones por aquí cerca de los que tengo que matar. Pero sé que estarán y que, en cuanto menos me lo espere, saltarán a atacarme. Porque así lo ha planeado Skeyndor. Tengo que estar atenta y no bajar la guardia en ningún momento. Ahora entiendo para qué es la chaqueta que me han dado. Estoy congelándome. Subo la cremallera hasta tapar con la densa tela mi boca y la parte baja de la nariz. También me pongo el gorro de plumas, y empiezo a andar con el cuchillo en la mano mirando a todas partes nerviosamente, dispuesta a atacar en cualquier momento. 

lunes, 3 de junio de 2013

Capítulo decimocuarto.

Lo siento muchísimo, no sabéis cuánto... Siento haber estado un mes sin publicar, pero he estado estudiando y muy liada con todo. Prometo que no volverá a pasar. Espero que no hayáis dejado de leer la historia de Christine Phoinix. Bueno, yo os dejo el capítulo decimocuarto. Espero que os guste:) Pd: me disculpo una vez más.

Capítulo decimocuarto.
Abro los ojos y me levanto de la cama sin rechistar, no tengo más sueño. Abro la ventana del balcón. Veo todo Ristow, pero no está como siempre. Grandes filas de millones y millones de personas andan a la par hacia el horizonte. Me inclino sobre la barandilla del balcón y me pongo de rodillas sobre él. Me acerco poco a poco hacia el borde hasta dejarme caer.
Lo último que veo antes de despertarme es el grisáceo suelo a dos o tres milímetros de mí. Me doblo bruscamente hacia adelante. Estoy sudando y tengo lágrimas en los ojos. Parecía tan real…
En cuanto me recupero, miro mi alrededor. Estoy en casa. Alcanzo el despertador con la mano y veo la hora. Aún son las cuatro y cuarto de la madrugada. Pero no quiero dormir más, tengo miedo de que vuelva a aparecer el mismo sueño. Y no me gustaría ver la continuación.
Hago memoria. Estoy en la segunda fase del entrenamiento. En cuanto termine todas las fases empezaré con la primera prueba que decidirá si soy una de las dos personas que habitarán las cápsulas en el fin del mundo. Sé que no voy a conseguirlo. Todos están muy raros últimamente, especialmente Tiya, mi mejor amiga, y Marcus. Y, por supuesto, Kate, o como he decidido llamarla yo, Kill.
Me quedo pensando boca arriba en la cama, luchando para no dormirme. Hasta tengo que ir una vez a echarme agua fría en la cara. Pero de nada sirve. Vuelvo a cerrar los ojos, pero esta vez no sueño nada. Sólo negro.


A la mañana siguiente, Kill me despierta. Sigo la rutina que tengo desde hace pocos días y vamos al pabellón de entrenamiento. Hoy toca la tercera fase. Siento algo extraño al entrar por la puerta y ver a toda esa gente esperando para entrar en sus salas privadas. Se me revuelven las tripas. ¿Será miedo? No. Yo no tengo miedo. Yo afronto las situaciones. O a lo mejor… Eso es lo que creo que hago. Quizás no me conozco a mí misma. Quizás me estoy juzgando sin saber nada. ¿Soy realmente como creo que soy? ¿O soy alguien diferente a quien yo creo ser?

jueves, 25 de abril de 2013

Capítulo decimotercero.

Aquí os pongo el capítulo decimotercero. Aprovecho para deciros que ¡ya sois seis seguidores en el blog! Gracias. Espero que os guste.


Capítulo decimotercero.

La tensión me sube en cuanto veo las llamas aproximándose hacia mi sitio. En lo más hondo del falso horizonte, el fuego arrasa con absolutamente todo. Derriba árboles, mata animales… Es terrible. Menos mal que elegí un buen árbol. Su tronco es demasiado grueso como para que el fuego lo tire abajo. O, por lo menos, eso pienso yo. En cuanto las llamas me rodean, soy consciente de que no hay vuelta atrás. He confiado en este árbol, y  ya no puedo cambiarlo. Si se cae conmigo encima, estaré perdida. Acabaré quemándome. Recuerdo que en el instituto un día nos hablaron de las tres peores muertes y las que debíamos evitar: la primera, es por ahogamiento; la segunda, quemándose; y la tercera, por tortura y dolor. Me encuentro expuesta a la segunda peor muerte de todos los tiempos. Mi miedo crece por momentos.
Me percato de que como siga pensando en lo que podría pasar, voy a perder toda esperanza de sobrevivir. Mejor dejar mi mente en blanco.
Tras unos cinco minutos, empieza a hacer demasiado calor. Me deshago de mi chaqueta dejando al descubierto mis pálidos y delgados brazos, y me remango los pantalones hasta la altura de la rodilla.
-Queda una hora-dice uno de los altavoces.
Bueno, he sobrevivido los primeros sesenta minutos. Me falta sobrevivir otros sesenta.
Tengo sed. Cojo la botella de agua de mi cinturón. Bebo un poco, y me refresca tanto que me hecho por todo el cuerpo. Mucho mejor, pero me queda poca agua. No importa, me bastará para los próximos cuarenta minutos que quedan.
Pasan otros diez minutos, y el calor empieza a afectarme. La cabeza me va a explotar. Miro hacia abajo, y la altura parece cinco veces mayor. Me da la sensación de que me voy a caer en cualquier momento. Me toco la frente, y está ardiendo. Tengo toda la piel mojada a causa del sudor. Mi boca está demasiado seca. Vuelvo a beber agua. Cuando voy a volver a colocar la botella en el cinturón, empiezo a marearme y, sin darme cuenta, abro la mano y dejo caer la botella. Me he quedado sin agua. Pero el mareo crece. Me duele el estómago y estoy agotada. Siento como si no tuviera fuerzas. Pero, ¿cómo puede ser? Si lo único que he hecho ha sido estar sentada. Será uno de los síntomas del calor excesivo. La cabeza me duele demasiado. Empiezo a cerrar los ojos. Voy a desmayarme. Pero ¡no! No voy a perder. Utilizo todas las fuerzas que me quedan para mantenerme despierta. Me incorporo y me pongo de rodillas. Pero no sirve de nada. Empiezo a ver borroso. Me cojo el brazo y le clavo las uñas tan fuerte como puedo. No puedo evitar soltar un leve grito, pero vuelvo a ver como antes. No podré aguantar mucho más.
-Quedan diez segundos. Nueve, ocho, siete…
Otra vez empiezo a ver borroso.
-Seis, cinco…
Mis párpados empiezan a cerrarse.
-Cuatro, tres, dos…
¡Aguanta! Me clavo aún más fuerte las uñas.
-Uno. Felicidades, Christine. Has sobrevivido.
En ese mismo instante, el fuego desaparece. 

jueves, 18 de abril de 2013

Capítulo duodécimo.

Aquí publico el capítulo número doce. Siento haber tardado tanto. Espero que os guste.



Capítulo duodécimo.

Cuando me despierto y me arreglo, voy directamente hacia el pabellón de entrenamiento junto a Kill. Como ayer, nos dan las armas y volvemos a nuestra pequeña sala en la que entreno para el fin del mundo. Vuelvo a colocarme en posición de salida y cojo el papel azul cielo del suelo. En esta parte del entrenamiento, la segunda, hay dibujado en el papel una especie de bosque en llamas. No me gusta nada lo que veo. Parece muy difícil, porque lo mas seguro es que sea sobrevivir a un incendio en mitad del bosque… Y no sé hacer eso. Bajo la imagen, pone: sobrevive sin sufrir una quemadura letal en dos horas. Suerte.
Me adentro en el bosque. Todo parece tranquilo. En cualquier momento todo empezará a arder, lo sé. Lo mejor que sé que puedo hacer es subirme a un árbol, y eso es lo que hago. Encuentro un árbol que parece grande y fuerte, y apoyo el pie derecho en un saliente del mismo. Agarro con todas mis fuerzas la rugosa corteza con las manos, y apoyo el pie izquierdo en otro saliente. Voy impulsándome poco a poco hasta que llego a la primera rama. Me cuelgo de ella con los brazos sin separar los pies de la corteza, y pruebo su resistencia. Creo que soportará mi peso. Trepo un poco más hasta llegar con las caderas a la altura de la rama. Hago un pequeño y último esfuerzo y por fin, logro subirme sobre ella. Sólo me queda esperar a que todo arda. Y no tarda mucho. 

domingo, 14 de abril de 2013

1OOO VISITAS!

Atención, queridos décimos y décimas: ¡hemos llegado a las 1000 visitas! Bueno, más bien habéis, porque sois vosotros los que visitáis mi blog y estáis ahí cada día. Muchas, muchas gracias a todos vosotros.
Para celebrar (a mi me gusta celebrar las cosas) que habéis llegado a las 1000 visitas, voy a poner una nueva pestaña de noticias. Ahí habrá novedades sobre libros como los juegos del hambre, divergente, traición, etc., es decir, sobre libros futuristas como el mío. Espero que os parezca bien la idea. Bueno, me despido décimos.
Posdata: perdón por no publicar capítulos durante estos tres o cuatro días, es que no he tenido tiempo (he tenido una semana de exámenes horrible). Perdonadme.

martes, 9 de abril de 2013

Capítulo undécimo.

Bueno, queridos décimos. Os dejo el undécimo capítulo. Consejos en los comentarios. Espero que os encante.



Capítulo undécimo.


Seguidamente, Karelle sale del escenario por una puerta trasera mientras se llevan al chico que la había insultado. Este no para de gritar e intenta resistirse a los guardaespaldas aunque, como era obvio, no consigue escapar. Así que lo sacan de la sala por la puerta principal y a saber qué harán con él en Skeyndor. Estoy segura de que no voy a poder sacarme esta escena de la cabeza durante algún tiempo.
De repente, todos empiezan a dispersarse y la sala comienza a quedarse vacía.
-Oh, Dios. He quedado traumatizado de por vida…-oigo que Marcus le dice a Tiya.
-No eres el único-responde ella.
-¿Nunca habéis visto una escena como esta?-pregunto yo.
-No-responden al unísono.
-Yo ya he visto muchas parecidas. Karelle suele hacer este tipo de cosas. Es horrible.-digo.
-Sí…-responde Marcus.
-Marcus, nos tenemos que ir. Nelly y Harel nos esperan-dice de repente Tiya. Nelly es el robot de Marcus y Harel, el de Tiya.
-Tienes razón. Adiós, Chris-responde él.
-Ad…
No me da tiempo a terminar cuando los dos salen corriendo hacia la puerta principal para encontrarse con sus robots.
-Christine, vámonos a casa-Kill me pega el susto de mi vida.
-¡¡Ah!! ¡Ki… Kate! ¡Me has asustado!-me sobresalto. Casi la llamo Kill… Menos mal que me he dado cuenta justo a tiempo.
-Pues espabila. Vamos a casa.
Me levanto la pesada manga del chándal de entrenamiento y selecciono en mi panel de estado “teletransportación” y “casa”.
Cuando aparezco allí, por un segundo estoy sola. Pero aparece Kill.
-Kate, me voy a dormir ya. Sé que es temprano, pero estoy muy cansada. Y mañana toca seguir con el entrenamiento. Así que mejor descanso.
-Haz lo que quieras.
Así que voy hacia mi habitación y me meto en la cama. Pienso en lo que hecho en el día. Pienso en lo cansado que ha sido el entrenamiento, pienso en el hombre al que se han llevado a Skeyndor, pienso en cómo todos mis seres queridos están en una especie de shock mental y todos en contra mía, pienso en cómo es que Tiya no recuerda nada sobre los gritos ni las llamadas de teléfono, y pienso en Marcus. Sobre todo en Marcus y en su capacidad para hacer que me sienta mal con sólo ignorarme treinta segundos.

miércoles, 3 de abril de 2013

Capítulo décimo.

¡Hola! Os tengo que comunicar una cosa: he decidido que los fans de mi libro se van a llamar décimos. Como todos los fans de algo tienen un nombre, pues vosotros no vais a ser menos. También estoy pensando en hacer un segundo libro, la segunda parte de La Décima Prueba. Me gustaría saber qué os parece. Ponedlo en los comentarios. Muchas gracias, décimos.




Capítulo décimo.

-¡Tiya! ¡Por fin te veo! Me tienes que explicar un millón de cosas. ¡Hola, Marcus!-digo, al sentarme en el hueco que queda libre al lado de Tiya.
-¿Qué cosas tengo que contarte?-dice Tiya, sorprendida.
-¡Hola, Chris!-dice Marcus.
-Pues tienes que decirme dónde te has metido estos últimos días. ¡Llevo dos días sin saber nada de ti! ¿Dónde estabas?
-¿Yo? Pero si he ido a clase.
-Es cierto-confirma Marcus.
-No, no puede ser. Lo recuerdo perfectamente. Tú no viniste a clase y yo te llamé y respondiste, pero después se oyeron unos gritos y…
-¡¡Ja, ja, ja, ja!! ¿Gritos? ¿Enserio? Chris, cariño, tú nunca me has llamado-me interrumpe Tiya.
-¡¡Que sí!! ¡¡Lo recuerdo!!
-Chris, ¿estás bien? ¿O te has vuelto loca? ¿Qué te has tomado por la mañana? Ja, ja, ja.
-Ja, ja, ja, ja-la acompaña Marcus. ¿Por qué se ríen de mí? Ellos nunca lo harían.
 Estoy segura de haberlo hecho, la llamé y… ¿qué he hecho esta mañana? Me doy cuenta de que no lo recuerdo. ¿Cómo aparecí en aquella sala blanca? Pero… ¿por qué no me acuerdo? Qué extraño es todo esto. Tiya y Marcus no me tratan como normalmente lo hacen, y a Kate ya la doy por perdida, por algo la llamo Kill. Y además no recuerdo qué hice esta mañana… ¿Qué me ha pasado?
-Oh, hola… Personas. Si se os puede llamar así-Karelle empieza a hablar, y toda la sala guarda silencio repentinamente. Ella sigue siendo tan “simpática” como siempre. Yo diría que le guardamos demasiado respeto-.Bien, tengo que comunicaros que acabo de cambiar de opinión, no vais a tomaros vuestras píldoras del conocimiento. No queremos que os acordéis de todo lo que hacéis en las pruebas. Sentimos haberlo puesto en vuestra rutina, pero vuestro ex –secretario se equivocó. Pero tranquilos, no lo volveréis a ver.
En ese preciso momento, un sollozo sale del fondo de la sala. “No,  mi Padre… ¡Asesina!” Decía la voz.
-¿Quién ha dicho eso?-la expresión de Karelle cambia por completo. Pasa de estar sonriente (si a eso se le puede llamar sonrisa) a tener su expresión típica. Seria. Muy seria. Y mirada asesina. Parece que le guste matar a las personas. Es odioso.
-¡¡Yo lo he dicho!! ¡¡Mátame si quieres!!
-Está bien, como quieras. Llevadlo a Skeyndor-dice, dirigiéndose a sus guardaespaldas.
No era la primera vez que veía una escena como esta. Lo odio.


lunes, 1 de abril de 2013

Capítulo noveno.

Aquí os pongo el noveno capítulo. Hoy, por ser 1 de abril, quiero dar las gracias a toda la gente que está leyendo mi historia, y sobre todo a los que comentan o me dan su opinión en persona. Me animan a seguir escribiendo, y llego a hacerme la ilusión de que llegaré a publicar este libro; al menos por algún que otro momento. Gracias, sin ellos ya habría perdido la esperanza. ¡Y gracias sobre todo a mi primer seguidor, Violeta Vidal! Me hace mucha ilusión que cada vez haya más personas que conozcan el blog y que les guste. GRACIAS A TODOS.



Capítulo noveno.

Salgo del agua lo más rápido que puedo. Lo único que quiero hacer ahora es alejarme y no volver jamás. Doy un salto y subo el bordillo, Kate me está esperando. ¿Kate? No, ella no es Kate, no se merece que la llame así. La llamaré… Kate… ¿Take?… ¡Kill! La llamaré Kill, porque ha matado a Kate (no sé si sigue viva) y porque los dos empiezan por “K”.
-Bien hecho, Christine. Ahora tenemos que ir a la sala de reuniones. Os van a explicar para qué vais a tomar las píldoras del conocimiento.
-Vale.
Al salir completamente del agua, mi traje vuelve a cambiar y a convertirse en el pesado chándal de antes. Otra vez calor, aunque esta vez menos, ya que tengo el pelo mojado. Eso me alivia un poco.
Salimos de la habitación mientras bebo agua de mi botella. Estoy muy cansada. Espero que dejen que me siente. Cuando llegamos a la sala de reuniones a través del teletransportador, puedo observar a todos los habitantes de mi ciudad, Ristow, sentados en treinta filas de más o menos veinte personas cada una. En frente de ellas, se sitúa un escenario donde se encuentra la presidenta de Skeyndor, Karelle, y sus guardaespaldas. Karelle es una mujer de cuarenta y tres años, pelirroja, el pelo por la mitad de la espalda; y con los ojos azules oscuros, como los míos. Aparenta mucha menos edad de la que tiene, unos treinta años. No sé mucho sobre ella, nunca nos hablaron de su vida en el instituto ni Kate me mencionó nada; lo cual es extraño, porque nos han hablado de todos y cada uno de los gobernadores, menos de ella. ¿Qué es lo que intentan ocultarnos?
Al fondo de la sala, dos personas me llaman gritando mi nombre. Me acerco, y veo a Tiya junto a Marcus. ¡¡Tiya!! ¡¡Por fin podré hablar con ella!! Y Marcus… Lo más seguro es que esté enamorado de Tiya, porque está todo el rato a su lado y no se cansa nunca. Tendré que ir olvidándome de él. No me extraña, Tiya es guapísima y yo no soy nada a su lado. Ella tiene el pelo ondulado y castaño claro que le llega hasta la mitad de la espalda, los ojos color verde azulado, y un rostro increíble. Además, su personalidad es genial. Nunca la he visto quejarse de nada ni llorar. Siempre permanece con esa sonrisa tan blanca que le agrada el rostro. ¿Envidia? Puede. Pero es normal. O, por lo menos, eso creo yo. Pero a veces, me siento mal a su lado. Siento como si no valiese, como si yo no fuera nada, y en ese tipo de momentos es cuando me gustaría no existir, desaparecer por un momento y después volver al mundo que me corresponde. Siento que no tengo nada que hacer en esta vida. ¿Para qué vivirla, si no vas a valer para nada? Y creo que no les importo a muchas personas. Sólo tengo a Tiya y a Marcus… Pero él suele pasar de mí últimamente. Tiene en cuenta a Tiya, y sólo a Tiya. Dudo de nuestra amistad tan “verdadera”.

jueves, 28 de marzo de 2013

Capítulo octavo.

Aquí pongo el octavo capítulo. Por la noche seguramente publicaré el noveno. Disfrutadlo.



Capítulo octavo.

Veo como la inmensa ola de agua se acerca con una velocidad impresionante hacia mí. Sumergirme no me va a servir de mucho, pero es lo único que puedo hacer. Aunque si la ola me estrella contra el bordillo, estaré perdida. Así que me adentro lo más rápido que puedo en el mar. Pero el tsunami viene demasiado rápido, y sólo me da tiempo a avanzar unos diez metros. Cojo todo el aire que puedo y me sumerjo tanto que toco el suelo con las manos. Espero a que la ola llegue y, cuando lo hace, la fuerza del agua me empuja y me estrella contra la pared de piedra. No me adentré lo suficiente. El golpe me deja exhausta, pero no me desmayo. Me he dado en la cabeza y en el brazo derecho. Lo más probable es que me lo haya roto. Me duele muchísimo y no puedo moverlo. La cabeza me duele mucho y casi no puedo pensar. Me quedo sin aire. Muevo el brazo que me queda y las piernas, y vuelvo a emerger. Cojo aire, por fin. El agua vuelve a estar tranquila. He sobrevivido, he sobrevivido a un tsunami. Pero me he roto el brazo. Cojo una de los botes de medicina de mi cinturón y me lo tomo. El dolor desaparece tanto de mi brazo como de mi cabeza, y ya puedo moverlo y pensar de nuevo.
-Felicidades, Christine. Has sobrevivido a la primera parte de esta sección de entrenamiento. Llevas en el agua una hora y media. Te falta sobrevivir las siguientes siete horas y media. Suerte-me sobresalto al oír la voz que sale de uno de los altavoces de alrededor mío.
Tengo hambre. Busco en mi cinturón las píldoras del hambre, pero han desaparecido. Entonces recuerdo lo que ponía en el papel azul cielo: “sobrevive nueve horas. No hay animales acuáticos peligrosos, sólo peces grandes y pequeños que tendrás que cazar si quieres comer. Buena suerte.”
Tendré que cazar. No sé cazar. Creo que voy a tener que quedarme sin comer.
Pasan las horas, y me canso. Llevo demasiado rato moviendo las piernas y los brazos. Ya no siento nada. Necesito un lugar donde hacer pie.
Voy nadando, poco a poco, buscando un lugar para descansar. Nado unos cuarenta minutos, y llego al otro extremo del mar artificial que Skeyndor me ha propuesto superar. Al llegar al bordillo, noto arena bajo mis pies. Por fin un lugar para descansar. Y allí me quedo hasta que anuncian:
-Quedan diez segundos. Nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno… ¡¡Enhorabuena!! Has sobrevivido.

ME ESTÁN COPIANDO EL BLOG.

Atención, hay una chica que está escribiendo mi misma historia, pero un poco cambiado. No sé como se llama el blog, pero si alguien lo sabe por favor, que me de el link, porque son mis derechos de autor. Gracias.

Capítulo séptimo.

Aquí os pongo el séptimo capítulo. Este es más largo. Espero que os guste.



Capítulo séptimo.

En el papel azul cielo que acababa de coger del suelo, se veía el mapa del circuito en miniatura. Parece más pequeño por fuera, pero por dentro es impresionante. Hay de todo. Son siete secciones (seguramente una para cada día) la primera sección es la única que se ve. Es un mar. Todo está lleno de agua. ¿Se supone que ahí tengo que sobrevivir con las pocas cosas que me han dado? Debajo de la imagen, pone: sobrevive nueve horas. No hay animales acuáticos peligrosos, sólo peces grandes y pequeños que tendrás que cazar si quieres comer. Buena suerte.
Me guardo el papel en el bolsillo, y mi pesado chándal se convierte en un traje de baño muy peculiar plateado. Me aprieta tanto que casi no me llega el aire a los pulmones. Espero que deje de apretarme cuando me meta en el agua.
Oh, no. No me acordaba… No sé nadar. Nadie me ha enseñado a hacerlo. “Mejor morir ahogada a que te mate Skeyndor, Christine. Tienes que hacerlo.” Pienso. Me siento en el bordillo de piedra que rodea, formando un círculo, a todo el mar. Tendrá más o menos un kilómetro y medio de diámetro. Se nota que es la primera sección, ya que no me lo han puesto muy difícil. La mar está tranquila, y no hay animales peligrosos. El agua tampoco está muy fría. Sería fácil… Si supiera nadar. Cojo todo el aire que puedo, y me sumerjo en el agua. El contraste entre el ruido y calor que hacía fuera y el silencio pétreo y el frío que hace aquí dentro es inmenso. Nunca me había sumergido por completo en ningún tipo de agua.
Se acabó el pensar, Christine. Tienes que intentar llegar a la superficie de nuevo.
Muevo los brazos y las piernas, intentando coordinarlas como puedo. Pero no sirve de nada, me hundo cada vez más. Me quedo sin aire… Pero, de repente, toco el suelo de arena fina y blanca. Me impulso con todas mis fuerzas hacia arriba, con ayuda de mis delgadas piernas, y, por fin, aire. Consigo respirar. Pero vuelvo a empezar a hundirme. Me concentro únicamente en cómo llegar a la superficie. Muevo los brazos de arriba abajo, y empiezo a subir. Ya no me hundo. Pero sigo sumergida. Muevo las piernas coordinadamente, de adelante a atrás, y empiezo a emerger más rápido. Hasta que llego a la superficie. Y ya no me vuelvo a hundir, he aprendido a nadar. Me lleno los pulmones de oxígeno. Ahora aprecio más el poder respirar cada día. Era muy agobiante estar ahí abajo, sola, sin ayuda alguna y sin poder respirar. Si esto es sólo el entrenamiento, no me imagino las pruebas.
El agua empieza a cambiar, de repente. La marea empieza a revolverse. Todo empieza a temblar y, al fondo, veo lo que es realmente el objetivo de esta sección del entrenamiento: sobrevivir a un tsunami.

Capítulo sexto.

Os dejo aquí el sexto capítulo. Espero que os guste.



Capítulo sexto.

Cuando nos llega el turno, un robot me entrega un cinturón de supervivencia, el cual incluye un cuchillo de acero, una pistola, una botella de agua, tres botes de medicina, cerillas, píldoras del conocimiento, una linterna, una cuerda, un cable y píldoras del hambre (es la primera vez que veo unas). Es bastante útil. A Kate, en cambio, le dan una especie de papel azul cielo con instrucciones escritas. Kate no deja que lo vea bien, lo dobla y lo guarda en sus archivos.
-Ya sabes-dice el robot que me ha entregado las armas, dirigiéndose a Kate.
-Sí. Lo haré-responde Kate.
-Iros a la planta treinta y cuatro. Allí os darán órdenes.
-Vale, gracias-responde Kate.
Volvemos al teletransportador del edificio y Kate selecciona “planta treinta y cuatro”. Cuando aparecemos allí, la planta está sola. Es bastante grande. Seguramente es sólo para nosotras. Nos espera un robot.
-Hola, me llamo Gwendolyn 1158, pero llamadme Gwen. Me han enviado para explicaros cómo va todo esto del entrenamiento. Veréis, estas cinco semanas de entrenamiento debéis dar lo mejor de vosotros mismos, para poder prepararos lo mejor que podáis para las pruebas. Tenéis cinco circuitos diferentes fabricados por Skeyndor para prepararos. Yo os recomiendo que hagáis uno por semana, aunque no pasa nada si hacéis más de uno. Aquí cada uno hace lo que quiere. Si necesitáis algo, me podéis encontrar en la planta baja.
-Muchas gracias, Gwen- ésta vez no dejo que sea Kate quién responda.
-No las des. ¿Tú eres la amiga de Tiya? ¿Christine Phoinix?
-Sí. ¿Cómo lo sabes?
-Pues…-tras decir esta palabra, una llama de fuego salida de la nada la quema poco a poco, hasta fundirla y matarla. Sus restos se quedan en el suelo, y este los absorbe.
-¿Qué? ¿Cómo? ¿Pero qué…?-no puedo articular palabra. Lo que he visto me ha dejado paralizada.
-Había hablado demasiado. Bien, empecemos a entrenar-me dice Kate, como si no acabase de morir uno de los suyos. Gwen era un robot, como ella. ¿Por qué no está afectada?-. Colócate en la línea de salida del circuito número uno, y coge el papel azul cielo en el que pone lo que vas a necesitar para este circuito, y cómo va a ser el mismo.
Obedezco sin decir palabra. Me coloco en la línea de salida y cojo el papel azul cielo que se encuentra tirado en el suelo. Lo abro. Es impresionante. ¿Así van a ser todos los circuitos? Voy a morir.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Capítulo quinto.

Aquí os dejo el quinto capítulo. Siento haber tardado tanto, pero este capítulo me ha costado mucho hacerlo (aunque es más corto). Bueno, espero que os guste.


Capítulo quinto.

Como esperaba, no contesta la voz de Tiya. Contesta otra voz, mucho mas grave y ronca.
-Tu amiga está en peligro. No te recomiendo que sigas investigando, aunque dentro de unos cinco segundos después de que finalice esta conversación no vas a recordarla. Cuidado con lo que cuentas por ahí, tenemos recursos suficientes como para acabar con tres países de una sola vez.
Después, cuelgan. Y alguien me golpea la cabeza. Lo último que veo antes de desmayarme es un refilón plateado de quien me golpea. Es… Kate.
Al despertarme, me encuentro en una sala blanca. Estoy sola. No recuerdo nada… ¿
Qué hago aquí? Estoy tumbada en una especie de camilla (no muy cómoda), y no tengo ni idea de cómo he llegado aquí.
Me incorporo y voy hacia la puerta de la habitación. Lo único que quiero saber ahora es dónde estoy. La abro, y veo algo impresionante: más de mil personas colocadas en fila, todas armadas y con un robot que los acompaña a cada uno. Entonces, caigo en la cuenta de que hoy empezaba el entrenamiento.
Kate (o quien dice ser Kate) pasa por en frente mía.
-Eh, por fin te despiertas. Tenemos que empezar a entrenar. Acompáñame por aquí.
La sigo por un estrecho pasillo muy oscuro y frío, hasta llegar a una sala en la que pone: SALA DE INSCRIPCIÓN.
Nos colocamos en una corta fila que lleva a una mesa donde hay dos personas sentadas: la que está a la derecha, es una mujer mayor con el pelo largo y blanco, muy albina. A la izquierda, la acompaña un hombre de mediana edad, con el pelo por los hombros y tatuado por todo el cuerpo.
Cuando nos llega el turno, nos preguntan nuestros nombres.
-Christine Phoinix Desh, y Kate 344, su robot.
-Genial. Id a la planta baja, y colocaros en la fila número ocho. Allí os darán las armas para que podáis empezar a entrenar.
-Gracias.
Salimos por la misma puerta por la que hemos entrado, y cogemos en teletransportador del edificio. Kate selecciona “planta baja”, y en cuestión de segundos, ya estamos abajo. Seguidamente, buscamos nuestra fila, la número ocho, y nos colocamos tras unas veinte personas más. Tendremos que esperar unos veinte minutos, así que me detengo a observar lo que me rodea. Estoy en un edificio gris, muy alto y luminoso. Es de los edificios más grandes que he visto jamás, tiene kilómetros de ancho y largo, y unas cuarenta plantas. Hay mucha, muchísima gente dentro, tanto entrenando (en las plantas más altas) como esperando para que les armen, como yo y Kate (en la planta baja). Hay gente de todos los colores y razas. Esto es increíble.

lunes, 18 de marzo de 2013

Capítulo cuarto.


Aquí os dejo el capítulo cuarto. Consejos en los comentarios. Espero que os guste.


Capítulo cuarto.

Son las cuatro de la madrugada, y sigo sin poder dormir. Mañana empezará mi entrenamiento. Nunca he estado tan nerviosa. ¿Estará todo el mundo como yo? No creo, seguro que ellos no son tan cabezotas. Supongo que lo que queda de noche también me la pasaré despierta. Y eso hago, hasta que Kate entra en mi habitación para despertarme, y yo me hago la dormida. No quiero que vea que me he pasado la noche en vela, no me gustaría que se preocupase.
-Arriba, Christine. Tu entrenamiento empieza en cuarenta y cinco minutos.
-Vale. Gracias, ya me levanto.
Me desperezo y, a duras penas, me levanto de la cama. Nunca me había pasado una noche entera sin dormir. El entrenamiento se me va a hacer tres veces más duro de lo que ya es.
Voy hacia el panel de estado de mi cama y selecciono “ordenado”. Listo. A continuación, voy hacia la cocina donde esta mi desayuno. Me lo como en menos de dos minutos, puesto que cuando estoy nerviosa como mucho. Después, voy a mi cuarto de nuevo, y selecciono en el panel de estado de mi armario “nublado”, “cero grados”, “nerviosa” y, cuando voy a seleccionar a dónde voy a ir, veo que Skeyndor nos da una opción nueva: entrenamiento para el fin del mundo. Lo selecciono, y sobre mi cuerpo aparece una especie de chándal negro con rayas verdes a los lados y en el cuello. No me gusta, me queda grande y es demasiado abrigado. Hace calor con esto puesto. Pero me tendré que acostumbrar.
Seguidamente, hago una pausa para mirarme en el espejo, y lo que veo no me sorprende demasiado: es la misma chica de ayer. Pero, en verdad, ¿qué es lo que esperaba encontrarme? ¿La perfección? ¿En mi? Venga, aterriza en el mundo real Christine. Nunca serás así.
Bajo de mi nube y cojo una de las píldoras de limpieza para los dientes. Y aquí es donde se rompe mi rutina diaria desde hacía diecisiete años. Lo normal que hacía ahora era ir a por mi mochila y seleccionar en su panel de estado “teletransportación”  e “instituto”, pero hoy no puedo ir al instituto. Es entonces cuando caigo en la cuenta de que por fin mi rutina se ha roto, es diferente. Llevaba esperando esto mucho tiempo. Al fin sucede algo bueno. Entonces aparece Kate por la puerta.
-Buenos días. Date prisa, empezamos en quince minutos.
Su voz no suena igual. Esta es mas apagada, seria y firme. Kate no es así. Esta no es Kate, no puede serlo.
-¿Te pasa algo? Kate, ¿eres tú?
-Pero qué preguntas más tontas haces. Claro que soy yo.
-No, no lo eres. Kate no actúa así, ni tiene esa voz tan seria.
-Déjate de tonterías. Vamos a llegar tarde.
No le hago más caso. Tiene razón, llegaremos tarde. Conseguiré arreglar esto después.
Saco de mi bolsillo el papel que contiene ni nueva rutina de hoy.
RUTINA DEL SÁBADO, 17 DE NOVIEMBRE DEL 2314.
7:30-Levantarse (hecho).
8:15-Entrenamiento para el fin del mundo (sin hacer).
15:00-Tomar píldora del conocimiento, ya os explicaremos para qué detenidamente (sin hacer).
15:30-22:00-Descanso (sin hacer).
Como esperaba, también ha cambiado. Mi autoestima ha subido un setenta por ciento, calculo yo. Tengo ganas de sonreír y no poder dejar de hacerlo. Esto es lo que siempre había querido, que algo cambiase. Y por fin sucedió.
Quiero llamar a Tiya. Miro el reloj, y aún me da tiempo a una llamada. Así que cojo el teléfono y tecleo Tiya. Me pongo el auricular en la oreja, y alguien coge el teléfono, pero nadie habla.
-¡¿Hola?! ¡¿Tiya?! ¡¡Me estás asustando!!-Grito, desesperada por oír algo.
Entonces es cuando responden.

domingo, 17 de marzo de 2013

Capítulo tercero.

Aquí os dejo el tercer capítulo. Siento haber tardado tanto, pero es que acabo de llegar a mi casa. Bueno, espero que os guste:) Consejos en los comentarios. Pd: Como prometí, este capítulo es más largo.


Capítulo tercero.

-Informamos de que los científicos de Ristow- mi ciudad- están ya seguros. El mundo se va a acabar en 15 meses y 23 días. Sólo han encontrado una forma de salvarnos. O, por lo menos, salvar a dos personas: Utilizarán dos de las cápsulas de ultra-resistencia indestructibles, reservadas para ocasiones como esta, para salvar a dos personas (un chico y una chica). Pero nadie sabría elegir qué dos personas van a ser, conque todos los habitantes del planeta deberán enfrentarse a nueve pruebas de dura resistencia y sacrificio. Las dos personas que sobrevivan y no abandonen, serán los que tendrán la suerte de salvarse y seguir desarrollándose gracias a las cápsulas. Las pruebas empezarán dentro de cinco semanas…
No sé cómo reaccionar, y lo único que logro hacer es levantarme y seleccionar en el panel de estado de mi smart “reducir”. Entonces el silencio inunda la sala de tecnologías.
<< ¿Cómo he podido ser tan tonta? Sabía de sobra que algún día iba a morir, pero nunca me he detenido a pensar en ello. Me arrepiento por completo. Ahora sólo me quedan cinco o seis semanas de vida… Y no he hecho ni la cuarta parte de las cosas que siempre he querido hacer. En unas semanas, mi vida se va a esfumar, y la he desaprovechado por completo. Me he dejado llevar por la rutina diaria, y no ha cambiado nunca. ¿Qué hago ahora? >> Miles de pensamientos como este ocupan mi mente en este momento.
Yo también formo parte de esto. Yo también tendré que pasar por las pruebas.
Quiero saber más, así que me levanto y vuelvo a seleccionar en el panel de estado “expandir” y “noticias”.
-Se suspenderán las clases a partir de mañana, para que todos los habitantes puedan prepararse para las pruebas. Los robots que se asignaron a cada habitante al nacer, serán los entrenadores personales de cada uno. Sólo serán cinco semanas de entrenamiento, y quien se resista, quedará bajo el poder de Skeyndor-es el país que manda sobre todos los demás-, y ellos ya verán qué hacen con ellos. Tras las cinco semanas de entrenamiento, serán tres meses para realizar las nueve pruebas, y una semana será la que tendrá Skeyndor para decidir quiénes serán los habitantes de las cápsulas. Buena suerte. Aprovechen esta vida.
¿Cuáles serán las pruebas? Estoy segura de que Skeyndor pondrá las peores que se les ocurra, y las más difíciles de superar. Bien, Christine Phoinix, has desaprovechado tu vida. Ve diciendo adiós.
Una débil lágrima sale de mi, acompañado con un gemido. ¿Por qué lloro? Se supone que yo nunca lloro.
No me puedo creer esto que está pasando. Espero que las cinco semanas de entrenamiento al menos sirvan para algo, y pueda superar una o dos pruebas… Al menos eso. Aunque también tengo la posibilidad de retirarme y no hacer las pruebas, pero si hago eso lo más probable es que acabe en Skeyndor, y allí me maten de todos modos. No, no pienso retirarme. Voy a aguantar hasta que ya no pueda más.
¿Y mis padres? Ellos también tendrán que hacer las pruebas. Pero no debería preocuparme por ellos, tan sólo les he visto una o dos veces en toda mi vida, ya que viven en Skeyndor porque éste les obliga. No sé siquiera si están vivos o no. En vez de preocuparme por ellos, debería odiarles, porque no tuvieron la generosidad de darme al menos un hermano para que me hiciese compañía en casa, porque sólo nos permiten vivir con hermanos y hermanas. La culpa de mi soledad es, en parte, suya.
La única que me ha ayudado siempre es Kate. Ella me ha cuidado desde pequeña y, aunque sólo sea un robot y no tenga sentimientos, lo que yo siento por ella es un cariño inmenso. Ella es mi “verdadera madre”.

sábado, 16 de marzo de 2013

Capítulo segundo.

Aquí os dejo el segundo capítulo. Es un poco más corto que el anterior, pero lo compensaré y os prometo que el tercero será muy largo jejeje:) Espero que os guste. Consejos en los comentarios.


Capítulo segundo.

En cuanto suena la sirena que indica el fin de las clases, salgo disparada de mi asiento. Me subo la manga del jersey para dejar al descubierto mi panel de estado, y selecciono “teletransportación” y “casa”. En cuanto aparezco en esta, Kate me saluda.
-Buenas tardes Christine. Has recibido seis llamadas de la misma persona en tu ausencia. Su nombre era Tiya.
-¡Gracias, Kate!-la sensación de alivio que aparece en mi interior es inmensa, y sólo quiero hablar con Tiya y saber qué le ha pasado-¿Me alcanzas el teléfono?
-Claro. Toma.-dice, pasándome el pequeño aparato.
Tecleo el nombre de Tiya y me coloco el auricular en la oreja. Su voz aparece al otro lado.
-¡Hola, Chris!
-¡Tiya! Pero bueno, ¿dónde te has metido?
A continuación, su voz desaparece, y se oyen respiraciones y un grito. Tras unos cinco segundos de desconcierto por mi parte, su llorosa voz vuelve.
-He… He…Yo… He tenido que hacer un recado.
-¿Estás bien? ¿Qué han sido esos gritos?
-¿Qué gritos? Te los has imaginado.
-Pero yo estoy segura de hab…
-¿Te has enterado?-Dice, interrumpiéndome.
-¿De qué?
- Pon las noticias. Ahora tengo que colgar. Adiós, un beso. Te quiero guapa.
-Ad…
No me da tiempo a terminar, cuando escucho la voz que me dice “fin de la llamada”. No me he dado por satisfecha. Es más, creo que la llamada sólo ha servido para hacer que me preocupe más aún. Estoy segura de haber escuchado gritos.
-Le recuerdo que debe tomarse su píldora del conocimiento-dice de repente Kate, bajándome de mi nube.
-Oh, si. Tienes razón. Gracias por recordármelo.
Así que voy a mi cuarto y, sobre mi mesilla, se encuentran las píldoras. Las píldoras del conocimiento sirven para recordar todo lo que has aprendido en el instituto ese mismo día. Hace que las últimas seis horas y media de tu vida no se te olviden jamás. Son bastante útiles.
Después, voy a la sala de tecnologías y enciendo la smart. Es una televisión (creo que así se llamaban antes), pero es 3D y no ocupa espacio. Sólo es visible cuando quieres verla. Así que lo único que hay que hacer es seleccionar en el panel de estados “expandir” y ya está listo. Selecciono también “noticias”, porque Tiya me dijo que las viese. Pero, en realidad, nunca las veo.
Entonces escucho lo que no quería oír, y me arrepiento de no haber tenido tiempo para pensar en la muerte a mi edad, porque ahora estaba segura de que ésta estaba cerca.




Capítulo primero.


Aquí os dejo el primer capítulo. Cualquier cosita en los comentarios, y agradezco los consejos:)

Capítulo Primero.
Mi robot me despierta.
-Arriba, Christine. Son las siete y media. Tienes que ir al instituto.
-Está bien…
Me desperezo y doy un salto de la cama. A continuación, voy hasta el panel de estado que tiene la misma y selecciono la opción “ordenado”. En menos de un segundo, la cama ya está hecha.
A continuación, me dirijo a la cocina, donde se encuentra mi desayuno. Cuando termino, voy de nuevo hacia mi habitación. Voy hacia mi armario y su panel de estado. Selecciono el tiempo que hace hoy (nublado), la temperatura (2 grados bajo cero), a dónde voy a ir (el instituto) y en qué estado de ánimo me encuentro (normal). Entonces, desaparece el pijama de mi cuerpo y  aparece el conjunto perfecto que mi armario ha escogido para el día de hoy: Un jersey de cuello alto color negro y unos sencillos vaqueros color rojo. Seguidamente, me miro al espejo y veo a una chica demasiado delgada, demasiado alta, con el pelo negro y demasiado largo y con una nariz demasiado grande. Lo único que me gusta de esta chica son sus ojos color azul oscuro.  Ellos no transmiten lo mismo que los demás.
Me alejo del espejo, y cojo una de las píldoras de mi mesilla de noche que me limpia los dientes, y voy hacia mi mochila. Selecciono “teletransportación” e “instituto” en su panel de estado, y desaparece de mi habitación. Ahora mismo, la mochila estará colocada junto a mi mesa en el instituto.
Voy hacia la puerta, y mi robot me la abre.
-Gracias, Kate-digo.
-No las des, Christine. Estoy aquí para servirte. Que pases un buen día.
Siempre decía lo mismo. Mi vida era aburrida y monótona. Llevaba 17 años viviendo lo mismo, con la misma rutina. Ojalá no hubiera nacido en el siglo 24. Aquí todo ya está inventado, y no hay nada que hacer, ni siquiera estudiar. No es obligatorio ir al instituto. De hecho, casi nadie lo hace. Pero es una forma de entretenerme, y además ahí tengo a mis mejores amigos.
Al salir por la puerta, meto la mano en mi bolsillo, y saco el papel que contiene mi “nueva rutina” de hoy:
RUTINA DEL VIERNES, 16 DE NOVIEMBRE DEL 2314.
7:30-Levantarse (hecho).
8:00-Ir al instituto (sin hacer).
14:30-Salir del instituto (sin hacer).
14:35-Tomar píldora del conocimiento (sin hacer).
14:35-22:00-Descanso en casa (sin hacer).
Genial. Como esperaba, nada ha cambiado.
Después me levanto la manga del jersey negro, dejando al descubierto mi panel de estado situado en mi brazo. Como hice con mi mochila, selecciono “teletransportación” e “instituto”, y aparezco sentada en mi sitio de la última fila del instituto Big Fire. Como siempre, he llegado cinco minutos temprano. Así que, como siempre, me siento a esperar a que Tiya, mi mejor amiga, llegue.
Mientras espero, entra él. Marcus es cada día mejor. Con esos ojazos color miel, esa piel morena, y su pelo castaño… Es genial. Y además es la mejor persona que he conocido. Nunca le he visto enfadarse. Es único.
Pasan los cinco minutos, y Tiya aún no ha llegado. Es muy extraño. Ella suele llegar puntual.
El robot entra por la puerta.
-Hola, chicos. Bien, hoy voy a hablaros de la contaminación atmosférica. La contaminación atmosférica es uno del mayores prob…
Dejo de escucharle, y lo único que ocupa mi mente ahora mismo es dónde estará Tiya. Ella nunca falta. Es muy extraño. Y pasa toda la mañana, y ella sigue sin llegar. Pienso ir a buscarla, no dejaré pasar este día sin saber si está bien.

Reseña del libro.

Aquí os dejo la reseña de "La décima prueba":
Estamos en el año 2314. Ya no queda nada por inventar, y todo es muy aburrido en la vida de Christine Phoinix, hasta que un día en las noticias, ve lo peor:
-Informamos de que los científicos de Ristow- que es su ciudad- están ya seguros. El mundo se va a acabar en 15 meses y 23 días. Sólo han encontrado una forma de salvarnos. O por lo menos, salvar a dos personas: Utilizarán dos de las cápsulas de ultra-resistencia indestructibles, reservadas para ocasiones como esta, para salvar a dos personas (un chico y una chica). Pero nadie sabría elegir qué dos personas van a ser, conque todos los habitantes del planeta deberán enfrentarse a nueve pruebas de dura resistencia y sacrificio. Los dos que sobrevivan y no abandonen, serán los que tendrán la suerte de salvarse y seguir desarrollándose gracias a que habitarán las cápsulas. Las pruebas empezarán dentro de cinco semanas. Buena suerte.
Christine aún no había tenido tiempo de pensar en la muerte, cuando oyó esto. Tan sólo tenía 17 años. Pero ella no quería morir. No, ella no.

Hola a todos y bienvenidos.

Hola a todos! Gracias por entrar:) Me llamo Paloma, y estoy escribiendo este libro, titulado "la décima prueba", y he decidido colgarlo aquí para que los fanáticos de la lectura como vosotros podáis leerlo y opinar. Cualquier cosita, podréis ponerla en los comentarios y agradezco todo tipo de consejo. Bueno, espero que disfrutéis:)