Graciaaaaaaas.
Capítulo
decimoséptimo.
¿Qué haces ahí parada? ¡Levántate!
No puedes quedarte aquí quieta esperando a que unos leones te encuentren en
cualquier momento y te.... No quiero ni pensarlo. ¡Búscales! Deja de perseguir
esa silueta, porque sabes bien que lo ha puesto Skeyndor para distraerte. Así
que continúa, para otro lado, pero continúa. Ya.
Me levanto más decidida que nunca.
Empuño el cuchillo con más fuerza aún y comienzo a andar. Ando horas sin
encontrar nada, hasta que algo me agarra por detrás inmovilizándome. Pone sus
manos sobre mi cara, anulándome cualquier intento de ver, oír o pedir ayuda
sobre lo que está pasando. Pero no son garras, como yo esperaba. Son manos,
manos humanas. Entonces, por un impulso, me aferro al cuchillo y lo lanzo hacia
atrás por encima de mi cabeza. Entonces, quien me agarraba cae al suelo, y yo
con él por la cantidad de fuerza que estaba ejerciendo sobre mí. Me libero de
sus brazos y me levanto. Pero no me doy la vuelta, porque tengo miedo. Tengo
miedo a lo que pueda ver... Y a quién pueda ser. Pero no puedo quedarme aquí
parada. Así que me doy la vuelta y lo que veo es demasiado para mí. Un hombre,
de unos treinta años, muy musculoso y moreno, tirado en el suelo con mi
cuchillo clavado en la cabeza. La roja sangre rompe con el paisaje y se funde
con el blanco del hielo. Me acerco más y observo sus ojos. No es la primera vez
que veo unos ojos sin vida, pero éstos no son como los demás. Éstos ojos me
dicen que las intenciones que éste hombre tenía conmigo no eran buenas. Me
transmiten todo el dolor por el que ha pasado, y todas las cosas que ha
superado. Pero no es una buena persona. Aunque el color no está mal, mezcla
perfectamente el verde con el marrón, no tiene unos ojos bonitos. Le bajo los
párpados cuidadosamente. Una tarjeta cae del bolsillo de su pantalón:
Apellidos: Sephora Satín
Nombre: Hadell
Edad: 32
Ocupación: ayudante de Karelle.
Guardaespaldas.
Ahora lo recuerdo. Es uno de los
guardias que se había llevado al chico que era el hijo del secretario de Karelle, cuando
éste la insultó por haber matado a su padre.
La culpabilidad me invade en
cuestión de segundos. Aunque no se mereciese mi compasión, he acabado con la
vida de una persona. ¿Y ahora? Ahora, ¿qué me hará Skeyndor?
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