miércoles, 26 de junio de 2013

Capítulo decimosexto.

Bueno, esta vez no tengo ninguna notificación para vosotros. Sólo que gracias a los que habéis llegado a leer hasta aquí. Sois el motivo por el que sigo haciendo esto. Gracias. Capítulo decimosexto: un poco más corto. (este verano intentaré publicar cada dos días).

Capítulo decimosexto.
Giro la cabeza hacia la derecha… Nada. A ver hacia la izquierda… No da resultado. Me doy la vuelta decidida y… Tampoco. Estoy empezando a desesperarme. Llevo más de cuarenta y cinco minutos dando vueltas sin sentido. Aquí no hay nada. Me estoy cansando. Me siento en el congelado y gélido suelo, y espero. Espero a ver algo, una señal, algo que se abalance de repente sobre mí… Un símbolo que me indique que no sólo estoy aquí de adorno. Tengo muchísimo frío, me gustaría acabar con esto cuanto antes e irme a casa. Tras unos cinco minutos de fría espera en el suelo, me parece ver algo en el lejano horizonte. Así que me levanto de un salto y voy corriendo lo más rápido que puedo hacia allí. Sigo viendo la misma silueta lejana, pero es extraño… Por mucho que avanzo, ella parece estar igual de lejos. Pruebo a correr aún más rápido, tan rápido que el viento sopla en mis oídos. Me gusta esa sensación. Hace que parezca que vuelo, hace que desaparezca por completo la impotencia que me invade. Me hace soñar con lo imposible. Porque yo soy capaz de todo. Soy fuerte, más fuerte. Puedo lograr todo lo que me proponga, todo.

Sigo corriendo, pero la silueta sigue estando tan lejos como antes. Estoy empezando a agotarme… Me tomaré un descanso. Total, parece ser que la imagen no avanza. Sólo se queda lejos, para fastidiarme. Por supuesto, porque es obra de Skeyndor. Todo lo es.

domingo, 9 de junio de 2013

Capítulo decimoquinto.

¡Hola! Aquí pongo el capítulo decimoquinto. Os notifico que haré una nueva pestaña llamada "pensamientos", para que también tengáis otras cosas que leer. En la misma pestaña pondré más detalles. En cuanto a los seguidores... ¡¡Ya sois nueve!! Estoy muy, muy contenta. Cada día somos más. También anuncio que ¡ya tenemos cuenta de twitter y de tuenti!
twitter: @ladecimaprueba
tuenti: Paloma Ladecima Prueba
Nada más, queridos décimos y décimas.


Capítulo decimoquinto.
Nos dan las armas junto con una enorme chaqueta negra y el cinturón tras esperar una enorme fila, y llegamos a la sala de entrenamiento. Me coloco, de nuevo, en posición de salida y cojo el papel azul cielo. En la tercera facción de las que hay dibujadas en el mismo, aparecen cinco leones. “Mátalos con el cuchillo de tu bolsillo. Suerte.” Pone bajo la imagen. Meto la mano en el bolsillo hasta alcanzar una especie de funda de plástico. En ella, hay un botón en el que pone: pulsar para desplegar. Aprieto mi dedo índice contra él y, de inmediato, aparece ante mí una especie de cuchillo tan largo como mi escuálido brazo pero a la vez tan fino como la hoja de papel que aún sostengo en la mano.

Doy unos cuantos pasos hacia delante hasta adentrarme en un lugar que no me encaja con lo que ponía en el papel… Me encuentro a unos cuantos grados bajo cero, congelándome y en un paisaje un tanto extraño: todo es hielo, pero no como en los polos sur y norte artificiales de Skeyndor (los naturales de hace unos trescientos años acabaron descongelándose por completo, según mi robot de Ciencias de la Historia Natural del instituto) en los que hay relieves en el paisaje, sino que aquí todo es liso, es como en las pistas de patinaje sobre hielo en las que solemos jugar en invierno. Es todo un mar de hielo que se alarga kilómetros y kilómetros a la redonda, pero está completamente desierto. No me cuadra que haya leones por aquí cerca de los que tengo que matar. Pero sé que estarán y que, en cuanto menos me lo espere, saltarán a atacarme. Porque así lo ha planeado Skeyndor. Tengo que estar atenta y no bajar la guardia en ningún momento. Ahora entiendo para qué es la chaqueta que me han dado. Estoy congelándome. Subo la cremallera hasta tapar con la densa tela mi boca y la parte baja de la nariz. También me pongo el gorro de plumas, y empiezo a andar con el cuchillo en la mano mirando a todas partes nerviosamente, dispuesta a atacar en cualquier momento. 

lunes, 3 de junio de 2013

Capítulo decimocuarto.

Lo siento muchísimo, no sabéis cuánto... Siento haber estado un mes sin publicar, pero he estado estudiando y muy liada con todo. Prometo que no volverá a pasar. Espero que no hayáis dejado de leer la historia de Christine Phoinix. Bueno, yo os dejo el capítulo decimocuarto. Espero que os guste:) Pd: me disculpo una vez más.

Capítulo decimocuarto.
Abro los ojos y me levanto de la cama sin rechistar, no tengo más sueño. Abro la ventana del balcón. Veo todo Ristow, pero no está como siempre. Grandes filas de millones y millones de personas andan a la par hacia el horizonte. Me inclino sobre la barandilla del balcón y me pongo de rodillas sobre él. Me acerco poco a poco hacia el borde hasta dejarme caer.
Lo último que veo antes de despertarme es el grisáceo suelo a dos o tres milímetros de mí. Me doblo bruscamente hacia adelante. Estoy sudando y tengo lágrimas en los ojos. Parecía tan real…
En cuanto me recupero, miro mi alrededor. Estoy en casa. Alcanzo el despertador con la mano y veo la hora. Aún son las cuatro y cuarto de la madrugada. Pero no quiero dormir más, tengo miedo de que vuelva a aparecer el mismo sueño. Y no me gustaría ver la continuación.
Hago memoria. Estoy en la segunda fase del entrenamiento. En cuanto termine todas las fases empezaré con la primera prueba que decidirá si soy una de las dos personas que habitarán las cápsulas en el fin del mundo. Sé que no voy a conseguirlo. Todos están muy raros últimamente, especialmente Tiya, mi mejor amiga, y Marcus. Y, por supuesto, Kate, o como he decidido llamarla yo, Kill.
Me quedo pensando boca arriba en la cama, luchando para no dormirme. Hasta tengo que ir una vez a echarme agua fría en la cara. Pero de nada sirve. Vuelvo a cerrar los ojos, pero esta vez no sueño nada. Sólo negro.


A la mañana siguiente, Kill me despierta. Sigo la rutina que tengo desde hace pocos días y vamos al pabellón de entrenamiento. Hoy toca la tercera fase. Siento algo extraño al entrar por la puerta y ver a toda esa gente esperando para entrar en sus salas privadas. Se me revuelven las tripas. ¿Será miedo? No. Yo no tengo miedo. Yo afronto las situaciones. O a lo mejor… Eso es lo que creo que hago. Quizás no me conozco a mí misma. Quizás me estoy juzgando sin saber nada. ¿Soy realmente como creo que soy? ¿O soy alguien diferente a quien yo creo ser?