jueves, 25 de abril de 2013

Capítulo decimotercero.

Aquí os pongo el capítulo decimotercero. Aprovecho para deciros que ¡ya sois seis seguidores en el blog! Gracias. Espero que os guste.


Capítulo decimotercero.

La tensión me sube en cuanto veo las llamas aproximándose hacia mi sitio. En lo más hondo del falso horizonte, el fuego arrasa con absolutamente todo. Derriba árboles, mata animales… Es terrible. Menos mal que elegí un buen árbol. Su tronco es demasiado grueso como para que el fuego lo tire abajo. O, por lo menos, eso pienso yo. En cuanto las llamas me rodean, soy consciente de que no hay vuelta atrás. He confiado en este árbol, y  ya no puedo cambiarlo. Si se cae conmigo encima, estaré perdida. Acabaré quemándome. Recuerdo que en el instituto un día nos hablaron de las tres peores muertes y las que debíamos evitar: la primera, es por ahogamiento; la segunda, quemándose; y la tercera, por tortura y dolor. Me encuentro expuesta a la segunda peor muerte de todos los tiempos. Mi miedo crece por momentos.
Me percato de que como siga pensando en lo que podría pasar, voy a perder toda esperanza de sobrevivir. Mejor dejar mi mente en blanco.
Tras unos cinco minutos, empieza a hacer demasiado calor. Me deshago de mi chaqueta dejando al descubierto mis pálidos y delgados brazos, y me remango los pantalones hasta la altura de la rodilla.
-Queda una hora-dice uno de los altavoces.
Bueno, he sobrevivido los primeros sesenta minutos. Me falta sobrevivir otros sesenta.
Tengo sed. Cojo la botella de agua de mi cinturón. Bebo un poco, y me refresca tanto que me hecho por todo el cuerpo. Mucho mejor, pero me queda poca agua. No importa, me bastará para los próximos cuarenta minutos que quedan.
Pasan otros diez minutos, y el calor empieza a afectarme. La cabeza me va a explotar. Miro hacia abajo, y la altura parece cinco veces mayor. Me da la sensación de que me voy a caer en cualquier momento. Me toco la frente, y está ardiendo. Tengo toda la piel mojada a causa del sudor. Mi boca está demasiado seca. Vuelvo a beber agua. Cuando voy a volver a colocar la botella en el cinturón, empiezo a marearme y, sin darme cuenta, abro la mano y dejo caer la botella. Me he quedado sin agua. Pero el mareo crece. Me duele el estómago y estoy agotada. Siento como si no tuviera fuerzas. Pero, ¿cómo puede ser? Si lo único que he hecho ha sido estar sentada. Será uno de los síntomas del calor excesivo. La cabeza me duele demasiado. Empiezo a cerrar los ojos. Voy a desmayarme. Pero ¡no! No voy a perder. Utilizo todas las fuerzas que me quedan para mantenerme despierta. Me incorporo y me pongo de rodillas. Pero no sirve de nada. Empiezo a ver borroso. Me cojo el brazo y le clavo las uñas tan fuerte como puedo. No puedo evitar soltar un leve grito, pero vuelvo a ver como antes. No podré aguantar mucho más.
-Quedan diez segundos. Nueve, ocho, siete…
Otra vez empiezo a ver borroso.
-Seis, cinco…
Mis párpados empiezan a cerrarse.
-Cuatro, tres, dos…
¡Aguanta! Me clavo aún más fuerte las uñas.
-Uno. Felicidades, Christine. Has sobrevivido.
En ese mismo instante, el fuego desaparece. 

jueves, 18 de abril de 2013

Capítulo duodécimo.

Aquí publico el capítulo número doce. Siento haber tardado tanto. Espero que os guste.



Capítulo duodécimo.

Cuando me despierto y me arreglo, voy directamente hacia el pabellón de entrenamiento junto a Kill. Como ayer, nos dan las armas y volvemos a nuestra pequeña sala en la que entreno para el fin del mundo. Vuelvo a colocarme en posición de salida y cojo el papel azul cielo del suelo. En esta parte del entrenamiento, la segunda, hay dibujado en el papel una especie de bosque en llamas. No me gusta nada lo que veo. Parece muy difícil, porque lo mas seguro es que sea sobrevivir a un incendio en mitad del bosque… Y no sé hacer eso. Bajo la imagen, pone: sobrevive sin sufrir una quemadura letal en dos horas. Suerte.
Me adentro en el bosque. Todo parece tranquilo. En cualquier momento todo empezará a arder, lo sé. Lo mejor que sé que puedo hacer es subirme a un árbol, y eso es lo que hago. Encuentro un árbol que parece grande y fuerte, y apoyo el pie derecho en un saliente del mismo. Agarro con todas mis fuerzas la rugosa corteza con las manos, y apoyo el pie izquierdo en otro saliente. Voy impulsándome poco a poco hasta que llego a la primera rama. Me cuelgo de ella con los brazos sin separar los pies de la corteza, y pruebo su resistencia. Creo que soportará mi peso. Trepo un poco más hasta llegar con las caderas a la altura de la rama. Hago un pequeño y último esfuerzo y por fin, logro subirme sobre ella. Sólo me queda esperar a que todo arda. Y no tarda mucho. 

domingo, 14 de abril de 2013

1OOO VISITAS!

Atención, queridos décimos y décimas: ¡hemos llegado a las 1000 visitas! Bueno, más bien habéis, porque sois vosotros los que visitáis mi blog y estáis ahí cada día. Muchas, muchas gracias a todos vosotros.
Para celebrar (a mi me gusta celebrar las cosas) que habéis llegado a las 1000 visitas, voy a poner una nueva pestaña de noticias. Ahí habrá novedades sobre libros como los juegos del hambre, divergente, traición, etc., es decir, sobre libros futuristas como el mío. Espero que os parezca bien la idea. Bueno, me despido décimos.
Posdata: perdón por no publicar capítulos durante estos tres o cuatro días, es que no he tenido tiempo (he tenido una semana de exámenes horrible). Perdonadme.

martes, 9 de abril de 2013

Capítulo undécimo.

Bueno, queridos décimos. Os dejo el undécimo capítulo. Consejos en los comentarios. Espero que os encante.



Capítulo undécimo.


Seguidamente, Karelle sale del escenario por una puerta trasera mientras se llevan al chico que la había insultado. Este no para de gritar e intenta resistirse a los guardaespaldas aunque, como era obvio, no consigue escapar. Así que lo sacan de la sala por la puerta principal y a saber qué harán con él en Skeyndor. Estoy segura de que no voy a poder sacarme esta escena de la cabeza durante algún tiempo.
De repente, todos empiezan a dispersarse y la sala comienza a quedarse vacía.
-Oh, Dios. He quedado traumatizado de por vida…-oigo que Marcus le dice a Tiya.
-No eres el único-responde ella.
-¿Nunca habéis visto una escena como esta?-pregunto yo.
-No-responden al unísono.
-Yo ya he visto muchas parecidas. Karelle suele hacer este tipo de cosas. Es horrible.-digo.
-Sí…-responde Marcus.
-Marcus, nos tenemos que ir. Nelly y Harel nos esperan-dice de repente Tiya. Nelly es el robot de Marcus y Harel, el de Tiya.
-Tienes razón. Adiós, Chris-responde él.
-Ad…
No me da tiempo a terminar cuando los dos salen corriendo hacia la puerta principal para encontrarse con sus robots.
-Christine, vámonos a casa-Kill me pega el susto de mi vida.
-¡¡Ah!! ¡Ki… Kate! ¡Me has asustado!-me sobresalto. Casi la llamo Kill… Menos mal que me he dado cuenta justo a tiempo.
-Pues espabila. Vamos a casa.
Me levanto la pesada manga del chándal de entrenamiento y selecciono en mi panel de estado “teletransportación” y “casa”.
Cuando aparezco allí, por un segundo estoy sola. Pero aparece Kill.
-Kate, me voy a dormir ya. Sé que es temprano, pero estoy muy cansada. Y mañana toca seguir con el entrenamiento. Así que mejor descanso.
-Haz lo que quieras.
Así que voy hacia mi habitación y me meto en la cama. Pienso en lo que hecho en el día. Pienso en lo cansado que ha sido el entrenamiento, pienso en el hombre al que se han llevado a Skeyndor, pienso en cómo todos mis seres queridos están en una especie de shock mental y todos en contra mía, pienso en cómo es que Tiya no recuerda nada sobre los gritos ni las llamadas de teléfono, y pienso en Marcus. Sobre todo en Marcus y en su capacidad para hacer que me sienta mal con sólo ignorarme treinta segundos.

miércoles, 3 de abril de 2013

Capítulo décimo.

¡Hola! Os tengo que comunicar una cosa: he decidido que los fans de mi libro se van a llamar décimos. Como todos los fans de algo tienen un nombre, pues vosotros no vais a ser menos. También estoy pensando en hacer un segundo libro, la segunda parte de La Décima Prueba. Me gustaría saber qué os parece. Ponedlo en los comentarios. Muchas gracias, décimos.




Capítulo décimo.

-¡Tiya! ¡Por fin te veo! Me tienes que explicar un millón de cosas. ¡Hola, Marcus!-digo, al sentarme en el hueco que queda libre al lado de Tiya.
-¿Qué cosas tengo que contarte?-dice Tiya, sorprendida.
-¡Hola, Chris!-dice Marcus.
-Pues tienes que decirme dónde te has metido estos últimos días. ¡Llevo dos días sin saber nada de ti! ¿Dónde estabas?
-¿Yo? Pero si he ido a clase.
-Es cierto-confirma Marcus.
-No, no puede ser. Lo recuerdo perfectamente. Tú no viniste a clase y yo te llamé y respondiste, pero después se oyeron unos gritos y…
-¡¡Ja, ja, ja, ja!! ¿Gritos? ¿Enserio? Chris, cariño, tú nunca me has llamado-me interrumpe Tiya.
-¡¡Que sí!! ¡¡Lo recuerdo!!
-Chris, ¿estás bien? ¿O te has vuelto loca? ¿Qué te has tomado por la mañana? Ja, ja, ja.
-Ja, ja, ja, ja-la acompaña Marcus. ¿Por qué se ríen de mí? Ellos nunca lo harían.
 Estoy segura de haberlo hecho, la llamé y… ¿qué he hecho esta mañana? Me doy cuenta de que no lo recuerdo. ¿Cómo aparecí en aquella sala blanca? Pero… ¿por qué no me acuerdo? Qué extraño es todo esto. Tiya y Marcus no me tratan como normalmente lo hacen, y a Kate ya la doy por perdida, por algo la llamo Kill. Y además no recuerdo qué hice esta mañana… ¿Qué me ha pasado?
-Oh, hola… Personas. Si se os puede llamar así-Karelle empieza a hablar, y toda la sala guarda silencio repentinamente. Ella sigue siendo tan “simpática” como siempre. Yo diría que le guardamos demasiado respeto-.Bien, tengo que comunicaros que acabo de cambiar de opinión, no vais a tomaros vuestras píldoras del conocimiento. No queremos que os acordéis de todo lo que hacéis en las pruebas. Sentimos haberlo puesto en vuestra rutina, pero vuestro ex –secretario se equivocó. Pero tranquilos, no lo volveréis a ver.
En ese preciso momento, un sollozo sale del fondo de la sala. “No,  mi Padre… ¡Asesina!” Decía la voz.
-¿Quién ha dicho eso?-la expresión de Karelle cambia por completo. Pasa de estar sonriente (si a eso se le puede llamar sonrisa) a tener su expresión típica. Seria. Muy seria. Y mirada asesina. Parece que le guste matar a las personas. Es odioso.
-¡¡Yo lo he dicho!! ¡¡Mátame si quieres!!
-Está bien, como quieras. Llevadlo a Skeyndor-dice, dirigiéndose a sus guardaespaldas.
No era la primera vez que veía una escena como esta. Lo odio.


lunes, 1 de abril de 2013

Capítulo noveno.

Aquí os pongo el noveno capítulo. Hoy, por ser 1 de abril, quiero dar las gracias a toda la gente que está leyendo mi historia, y sobre todo a los que comentan o me dan su opinión en persona. Me animan a seguir escribiendo, y llego a hacerme la ilusión de que llegaré a publicar este libro; al menos por algún que otro momento. Gracias, sin ellos ya habría perdido la esperanza. ¡Y gracias sobre todo a mi primer seguidor, Violeta Vidal! Me hace mucha ilusión que cada vez haya más personas que conozcan el blog y que les guste. GRACIAS A TODOS.



Capítulo noveno.

Salgo del agua lo más rápido que puedo. Lo único que quiero hacer ahora es alejarme y no volver jamás. Doy un salto y subo el bordillo, Kate me está esperando. ¿Kate? No, ella no es Kate, no se merece que la llame así. La llamaré… Kate… ¿Take?… ¡Kill! La llamaré Kill, porque ha matado a Kate (no sé si sigue viva) y porque los dos empiezan por “K”.
-Bien hecho, Christine. Ahora tenemos que ir a la sala de reuniones. Os van a explicar para qué vais a tomar las píldoras del conocimiento.
-Vale.
Al salir completamente del agua, mi traje vuelve a cambiar y a convertirse en el pesado chándal de antes. Otra vez calor, aunque esta vez menos, ya que tengo el pelo mojado. Eso me alivia un poco.
Salimos de la habitación mientras bebo agua de mi botella. Estoy muy cansada. Espero que dejen que me siente. Cuando llegamos a la sala de reuniones a través del teletransportador, puedo observar a todos los habitantes de mi ciudad, Ristow, sentados en treinta filas de más o menos veinte personas cada una. En frente de ellas, se sitúa un escenario donde se encuentra la presidenta de Skeyndor, Karelle, y sus guardaespaldas. Karelle es una mujer de cuarenta y tres años, pelirroja, el pelo por la mitad de la espalda; y con los ojos azules oscuros, como los míos. Aparenta mucha menos edad de la que tiene, unos treinta años. No sé mucho sobre ella, nunca nos hablaron de su vida en el instituto ni Kate me mencionó nada; lo cual es extraño, porque nos han hablado de todos y cada uno de los gobernadores, menos de ella. ¿Qué es lo que intentan ocultarnos?
Al fondo de la sala, dos personas me llaman gritando mi nombre. Me acerco, y veo a Tiya junto a Marcus. ¡¡Tiya!! ¡¡Por fin podré hablar con ella!! Y Marcus… Lo más seguro es que esté enamorado de Tiya, porque está todo el rato a su lado y no se cansa nunca. Tendré que ir olvidándome de él. No me extraña, Tiya es guapísima y yo no soy nada a su lado. Ella tiene el pelo ondulado y castaño claro que le llega hasta la mitad de la espalda, los ojos color verde azulado, y un rostro increíble. Además, su personalidad es genial. Nunca la he visto quejarse de nada ni llorar. Siempre permanece con esa sonrisa tan blanca que le agrada el rostro. ¿Envidia? Puede. Pero es normal. O, por lo menos, eso creo yo. Pero a veces, me siento mal a su lado. Siento como si no valiese, como si yo no fuera nada, y en ese tipo de momentos es cuando me gustaría no existir, desaparecer por un momento y después volver al mundo que me corresponde. Siento que no tengo nada que hacer en esta vida. ¿Para qué vivirla, si no vas a valer para nada? Y creo que no les importo a muchas personas. Sólo tengo a Tiya y a Marcus… Pero él suele pasar de mí últimamente. Tiene en cuenta a Tiya, y sólo a Tiya. Dudo de nuestra amistad tan “verdadera”.