Capítulo duodécimo.
Cuando me despierto y me arreglo,
voy directamente hacia el pabellón de entrenamiento junto a Kill. Como ayer,
nos dan las armas y volvemos a nuestra pequeña sala en la que entreno para el
fin del mundo. Vuelvo a colocarme en posición de salida y cojo el papel azul
cielo del suelo. En esta parte del entrenamiento, la segunda, hay dibujado en
el papel una especie de bosque en llamas. No me gusta nada lo que veo. Parece
muy difícil, porque lo mas seguro es que sea sobrevivir a un incendio en mitad
del bosque… Y no sé hacer eso. Bajo la imagen, pone: sobrevive sin sufrir una
quemadura letal en dos horas. Suerte.
Me adentro en el bosque. Todo
parece tranquilo. En cualquier momento todo empezará a arder, lo sé. Lo mejor
que sé que puedo hacer es subirme a un árbol, y eso es lo que hago. Encuentro un
árbol que parece grande y fuerte, y apoyo el pie derecho en un saliente del
mismo. Agarro con todas mis fuerzas la rugosa corteza con las manos, y apoyo el
pie izquierdo en otro saliente. Voy impulsándome poco a poco hasta que llego a
la primera rama. Me cuelgo de ella con los brazos sin separar los pies de la
corteza, y pruebo su resistencia. Creo que soportará mi peso. Trepo un poco más
hasta llegar con las caderas a la altura de la rama. Hago un pequeño y último
esfuerzo y por fin, logro subirme sobre ella. Sólo me queda esperar a que todo
arda. Y no tarda mucho.
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