lunes, 1 de abril de 2013

Capítulo noveno.

Aquí os pongo el noveno capítulo. Hoy, por ser 1 de abril, quiero dar las gracias a toda la gente que está leyendo mi historia, y sobre todo a los que comentan o me dan su opinión en persona. Me animan a seguir escribiendo, y llego a hacerme la ilusión de que llegaré a publicar este libro; al menos por algún que otro momento. Gracias, sin ellos ya habría perdido la esperanza. ¡Y gracias sobre todo a mi primer seguidor, Violeta Vidal! Me hace mucha ilusión que cada vez haya más personas que conozcan el blog y que les guste. GRACIAS A TODOS.



Capítulo noveno.

Salgo del agua lo más rápido que puedo. Lo único que quiero hacer ahora es alejarme y no volver jamás. Doy un salto y subo el bordillo, Kate me está esperando. ¿Kate? No, ella no es Kate, no se merece que la llame así. La llamaré… Kate… ¿Take?… ¡Kill! La llamaré Kill, porque ha matado a Kate (no sé si sigue viva) y porque los dos empiezan por “K”.
-Bien hecho, Christine. Ahora tenemos que ir a la sala de reuniones. Os van a explicar para qué vais a tomar las píldoras del conocimiento.
-Vale.
Al salir completamente del agua, mi traje vuelve a cambiar y a convertirse en el pesado chándal de antes. Otra vez calor, aunque esta vez menos, ya que tengo el pelo mojado. Eso me alivia un poco.
Salimos de la habitación mientras bebo agua de mi botella. Estoy muy cansada. Espero que dejen que me siente. Cuando llegamos a la sala de reuniones a través del teletransportador, puedo observar a todos los habitantes de mi ciudad, Ristow, sentados en treinta filas de más o menos veinte personas cada una. En frente de ellas, se sitúa un escenario donde se encuentra la presidenta de Skeyndor, Karelle, y sus guardaespaldas. Karelle es una mujer de cuarenta y tres años, pelirroja, el pelo por la mitad de la espalda; y con los ojos azules oscuros, como los míos. Aparenta mucha menos edad de la que tiene, unos treinta años. No sé mucho sobre ella, nunca nos hablaron de su vida en el instituto ni Kate me mencionó nada; lo cual es extraño, porque nos han hablado de todos y cada uno de los gobernadores, menos de ella. ¿Qué es lo que intentan ocultarnos?
Al fondo de la sala, dos personas me llaman gritando mi nombre. Me acerco, y veo a Tiya junto a Marcus. ¡¡Tiya!! ¡¡Por fin podré hablar con ella!! Y Marcus… Lo más seguro es que esté enamorado de Tiya, porque está todo el rato a su lado y no se cansa nunca. Tendré que ir olvidándome de él. No me extraña, Tiya es guapísima y yo no soy nada a su lado. Ella tiene el pelo ondulado y castaño claro que le llega hasta la mitad de la espalda, los ojos color verde azulado, y un rostro increíble. Además, su personalidad es genial. Nunca la he visto quejarse de nada ni llorar. Siempre permanece con esa sonrisa tan blanca que le agrada el rostro. ¿Envidia? Puede. Pero es normal. O, por lo menos, eso creo yo. Pero a veces, me siento mal a su lado. Siento como si no valiese, como si yo no fuera nada, y en ese tipo de momentos es cuando me gustaría no existir, desaparecer por un momento y después volver al mundo que me corresponde. Siento que no tengo nada que hacer en esta vida. ¿Para qué vivirla, si no vas a valer para nada? Y creo que no les importo a muchas personas. Sólo tengo a Tiya y a Marcus… Pero él suele pasar de mí últimamente. Tiene en cuenta a Tiya, y sólo a Tiya. Dudo de nuestra amistad tan “verdadera”.

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