Capítulo quinto.
Como esperaba, no contesta la voz
de Tiya. Contesta otra voz, mucho mas grave y ronca.
-Tu amiga está en peligro. No te
recomiendo que sigas investigando, aunque dentro de unos cinco segundos después
de que finalice esta conversación no vas a recordarla. Cuidado con lo que
cuentas por ahí, tenemos recursos suficientes como para acabar con tres países
de una sola vez.
Después, cuelgan. Y alguien me
golpea la cabeza. Lo último que veo antes de desmayarme es un refilón plateado
de quien me golpea. Es… Kate.
Al despertarme, me encuentro en
una sala blanca. Estoy sola. No recuerdo nada… ¿
Qué hago aquí? Estoy tumbada en una especie de camilla (no muy cómoda), y no tengo ni idea de cómo he llegado aquí.
Qué hago aquí? Estoy tumbada en una especie de camilla (no muy cómoda), y no tengo ni idea de cómo he llegado aquí.
Me incorporo y voy hacia la
puerta de la habitación. Lo único que quiero saber ahora es dónde estoy. La
abro, y veo algo impresionante: más de mil personas colocadas en fila, todas
armadas y con un robot que los acompaña a cada uno. Entonces, caigo en la
cuenta de que hoy empezaba el entrenamiento.
Kate (o quien dice ser Kate) pasa
por en frente mía.
-Eh, por fin te despiertas.
Tenemos que empezar a entrenar. Acompáñame por aquí.
La sigo por un estrecho pasillo
muy oscuro y frío, hasta llegar a una sala en la que pone: SALA DE INSCRIPCIÓN.
Nos colocamos en una corta fila
que lleva a una mesa donde hay dos personas sentadas: la que está a la derecha,
es una mujer mayor con el pelo largo y blanco, muy albina. A la izquierda, la
acompaña un hombre de mediana edad, con el pelo por los hombros y tatuado por
todo el cuerpo.
Cuando nos llega el turno, nos preguntan
nuestros nombres.
-Christine Phoinix Desh, y Kate 344, su robot.
-Genial. Id a la planta baja, y
colocaros en la fila número ocho. Allí os darán las armas para que podáis empezar
a entrenar.
-Gracias.
Salimos por la misma puerta por
la que hemos entrado, y cogemos en teletransportador del edificio. Kate
selecciona “planta baja”, y en cuestión de segundos, ya estamos abajo.
Seguidamente, buscamos nuestra fila, la número ocho, y nos colocamos tras unas
veinte personas más. Tendremos que esperar unos veinte minutos, así que me
detengo a observar lo que me rodea. Estoy en un edificio gris, muy alto y
luminoso. Es de los edificios más grandes que he visto jamás, tiene kilómetros
de ancho y largo, y unas cuarenta plantas. Hay mucha, muchísima gente dentro,
tanto entrenando (en las plantas más altas) como esperando para que les armen,
como yo y Kate (en la planta baja). Hay gente de todos los colores y razas.
Esto es increíble.
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