miércoles, 27 de marzo de 2013

Capítulo quinto.

Aquí os dejo el quinto capítulo. Siento haber tardado tanto, pero este capítulo me ha costado mucho hacerlo (aunque es más corto). Bueno, espero que os guste.


Capítulo quinto.

Como esperaba, no contesta la voz de Tiya. Contesta otra voz, mucho mas grave y ronca.
-Tu amiga está en peligro. No te recomiendo que sigas investigando, aunque dentro de unos cinco segundos después de que finalice esta conversación no vas a recordarla. Cuidado con lo que cuentas por ahí, tenemos recursos suficientes como para acabar con tres países de una sola vez.
Después, cuelgan. Y alguien me golpea la cabeza. Lo último que veo antes de desmayarme es un refilón plateado de quien me golpea. Es… Kate.
Al despertarme, me encuentro en una sala blanca. Estoy sola. No recuerdo nada… ¿
Qué hago aquí? Estoy tumbada en una especie de camilla (no muy cómoda), y no tengo ni idea de cómo he llegado aquí.
Me incorporo y voy hacia la puerta de la habitación. Lo único que quiero saber ahora es dónde estoy. La abro, y veo algo impresionante: más de mil personas colocadas en fila, todas armadas y con un robot que los acompaña a cada uno. Entonces, caigo en la cuenta de que hoy empezaba el entrenamiento.
Kate (o quien dice ser Kate) pasa por en frente mía.
-Eh, por fin te despiertas. Tenemos que empezar a entrenar. Acompáñame por aquí.
La sigo por un estrecho pasillo muy oscuro y frío, hasta llegar a una sala en la que pone: SALA DE INSCRIPCIÓN.
Nos colocamos en una corta fila que lleva a una mesa donde hay dos personas sentadas: la que está a la derecha, es una mujer mayor con el pelo largo y blanco, muy albina. A la izquierda, la acompaña un hombre de mediana edad, con el pelo por los hombros y tatuado por todo el cuerpo.
Cuando nos llega el turno, nos preguntan nuestros nombres.
-Christine Phoinix Desh, y Kate 344, su robot.
-Genial. Id a la planta baja, y colocaros en la fila número ocho. Allí os darán las armas para que podáis empezar a entrenar.
-Gracias.
Salimos por la misma puerta por la que hemos entrado, y cogemos en teletransportador del edificio. Kate selecciona “planta baja”, y en cuestión de segundos, ya estamos abajo. Seguidamente, buscamos nuestra fila, la número ocho, y nos colocamos tras unas veinte personas más. Tendremos que esperar unos veinte minutos, así que me detengo a observar lo que me rodea. Estoy en un edificio gris, muy alto y luminoso. Es de los edificios más grandes que he visto jamás, tiene kilómetros de ancho y largo, y unas cuarenta plantas. Hay mucha, muchísima gente dentro, tanto entrenando (en las plantas más altas) como esperando para que les armen, como yo y Kate (en la planta baja). Hay gente de todos los colores y razas. Esto es increíble.

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